Kingdoms at War
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[Aceptada] Néferos Plaguebringer [Olvidado Pícaro]

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Mensaje  Azazel Dom Mar 15, 2009 10:11 pm

Demencia

El despojo abrió los ojos con un lastimero suspiro. La lluvia arremetía con violencia contra su cuerpo demacrado y sentía como cada gota se clavaba en su ser como si de agujas se tratasen.
Sacó lo que quedaba de su lengua, apenas un trozo de carne reseco y agrietado que no le sirvió de mucho para humedecerse los labios, pues hacían años que se le habían descompuesto.
Las gotas de agua se filtraban por las llagas de su piel y no pudo evitar lanzar al viento un agónico aullido de dolor.
Intentó zafarse de la dolorosa agua que se empeñaba en matarle de dolor, pero en lugar de dedos se encontró con huesos afilados y quebrados que cortaban su piel con suma facilidad. Gritó de nuevo sin poder evitarlo y un cuervo que se cubría de la feroz tormenta entre las ramas de un arbol del siniestro bosque, se mostró interesado por el despojo.
No tardó en acercarse a lo que había sido hacían años un fornido humano, convertido ahora en apenas un montón de pellejo, músculos muertos y huesos que sobresalían de forma espantosa.
El rapaz examinó detenidamente el cadaver y llegó a la feliz conclusión de que tal sólo los ojos merecían su atención.
Para cuando el despojo logró forzar un movimiento para espantar al ave carroñera, ésta ya le había desgarrado la retina del ojo derecho.
El dolor no tardó en acabar con su consciencia, otorgándole unas horas de descanso al pálido reflejo de lo que había sido en otro tiempo.
Por unas horas se vio libre de la agonía desquiciante en la que había despertado. Sólo unas horas.

El despojo no tardó en despertar de nuevo, sumido en un infierno en vida.
Se hallaba en las profundidades de una gótica mazmorra, llena de despojos como él y criaturas que vestían túnicas negras como la noche. Al escuchar los lamentos del despojo, uno de aquellos seres se le acercó.
Al principio la vista le fallaba pues de su ojo aún fluían sangre y pus, pero cuando se acercó, la imagen de aquel ser se le aclaró. No tardó en comprender que era un ser como él, aunque en mejores condiciones, todo hay que decirlo.
El no muerto de la túnica negra portaba un brazalete con un extraño símbolo y llevaba un par de lentes en los ojos. Sus cabellos caían lacios y formaban una calva prominente, que mostraba una horrible cicatriz.
En su mano resaltaba un gran instrumento que le recordó al despojo a una cuchilla sin filo, pero con una punta intimidante.
El apotecario murmuró algo sin sentido y le clavó la aguja entre los tendones del cuello.
Al principio se asustó, pero pronto una sensación de bienestar recorrió todo su cuerpo y el dolor remitió.
El apotecario rió ante la expresión del rostro de nuestro amigo, que miró incrédulo cuando éste sacó una aguja de coser de tamaño desproporcionado y alambre de una aleación de acero que no brillaba en absoluto, seguramente debido a la capa de mugre que la recubría.
Así, el apotecario le cosió las múltiples llagas de su cuerpo, un contundente golpe en la nuca, un corte de grandes dimiensiones que le había producido la pérdida de buena parte del intestino delgado y le quitó el ojo derecho, mutilado sin remedio, para sustituirlo por una réplica de cristal oscuro.
Mientras el apotecario, que se hacía llamar Trarius Volfestein y se proclamaba inventor de diversos ácidos que servirían como armas químicas, le explicó que le habían encontrado en cerca del Sepúlcro en los Bosques Argénteos. Hablaba un extraño dialecto del Común, repreto de palabras malsonantes y derivadas, pero aún así se le entendía bastante bien.

-Te encontró uno de los Segadores que trabajan en el I+D...-afirmó Trarius con voz áspera y vocalizando lentamente.
El recién liberado del dominio de Ner-zhul, no formuló la pregunta, se limitó a mirarle con su único ojo a la espera de obtener la respuesta sin forzar sus cuerdas vocales.
-...Son una facción de los Mortacechadores de Lord Varimathras, que cooperan con el Apothecarium recolectando materiales y especímenes...tú nos servirás para algo mejor...el Mortacechador, Narshul, nos dijo que le traes amargos recuerdos y por ello le gustaría que fueras su aprendiz, en las artes del asesinato y el espionaje...no le busques explicación a la forma de pensar de un Segador-explicó el alquista mientras termianaba de limpiar las heridas-.
-Pero...sii...es..troy hechio...una..miergla...-logró balbucear, no sin esfuerzo.
-Pero todo esto pasará...recuperarás tu forma física..o al menos una forma física decente- aseguró el apothecario, echando una mirada crítica al cuerpo de lo que hasta hacía poco había sido un despojo humano.

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Semanas pasaron y el dolor fue desapareciendo, el Olvidado logró volver a caminar y a utilizar sus pérfidas extremidades decentemente. Jamás volvió a alimentarse pues había perdido parte del intestino por lo que se veía incapaz de metabolizar nada; sin embargo el hambre no remitía. Vivía en una infierno y jamás se veía complacido por nada de lo que veía en la necrópolis sumergida bajo la antigua Lordaeron.

Vivía ansioso por recordar siquiera algo de su pasado, pero lesiones graves en el cerebro le habían impedido recordar nada de cuanto había hecho desde que fue contagiado por la Plaga ni de su vida como mortal.
No recordaba nada.
Jamás volvió a descansar, pues resultaba incapaz de conciliar el sueño. Ya no lo necesitaba.
Así no sabía que hacer. No tenía nada que hacer. Se sentía vacío y sin sentido.
Así que no perdía nada intentándolo.

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Nadie dijo que fuera a ser fácil.
Los golpes resonaban contra la piel muerta del Olvidado, que había sido apodado como Néferos por el agresor. Narshul arremetía una vez tras otra, con ataques que tan rápido como se poducían se retiraban, para esperar acechante al siguiente movimiento del recién liberado, que trataba de defenderse en un fútil intento.
Algunas heridas se habían abierto en su rostro, de las cuales brotaba lentamente sangre negra. Sangre muerta.
El olvidado podría haber suplicado que parase, pero no quería hacerlo. Ya nada le importaba. Se mostraba distante a todo, pues nada merecía la atención de podía prestarle.
Así que no hizo nada. Comprendió que aquella prueba no consistía en vencer a su maestro, el cual conocía tácticas que podrían acabar con su vida en cuestión de segundos. No. Aquellas pruebas eran un amago de muerte.
Debía convertirse en un Mortacechador. Y los mortacechadores eran uno de los grupos de asesinos más peligrosos precisamente por eso. Estaban muertos.
Así, mientras Narshul arrojaba patadas a su maltrecho cuerpo, sin piedad de ningún tipo, llegó un momento en que el dolor desapareció de su mente. Y supo que el dolor físico jamás volvería a atormentarle.
Y supo que cada vez, la sensación de vacío en su ser sería más intensa.
Los golpes acabaron con su cosnciencia al rato.

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Cuando despertó su ojo no captó luz de ningún tipo. Todo estaba tan oscuro que no se apreciaba el más mínimo detalle de su localización. Trató de incorporarse y se cercioró de que se hallaba en un lugar cerrado de reducidas dimensiones.
Un ataud. Lo primero que sintió fue pánico.
Una sesión de terror en estado puro. Claustrofobia que prometía con acabar con su cordura.
Gritó con toda la fuerza de su garganta. Pero sabía que nadie acudiría en su auxilio.
Los que se hallaban fuera habían sido los mismos que se habían condenado a esa prisión.
Pero no se rendiría.
Aciendo acopio de todo su valor, Néferos se tranquilizó.
Debía salir de allí como fuera. Debía convertirse en alguien de valor para su nueva sociedad.
Y en ella no cabían los cobardes.

El agobio por la falta se oxígeno pasó junto a las horas. Sus nudillos, desgarrados por completo, no se rendían.
Ya no necesitaba respirar, pues estaba muerto. Jamás volvería a exhalar un aliento.

Pasadas unas horas, logró romper el ataud, tan sólo para encontarse con kilos y kilos de negra y húmeda tierra.
Pero aún estaba reciente así que loogró ir removiéndola para avanzar hacia la superficie.

Cuando logró escapar de su prisión subterránea, lo primero que vislumbró su ciclópeo rostro fue una lápida escupida recientemente.
En ella costaba una inscripción y una fecha. Diferenció perfectamente su nuevo nombre en ella.

Narshul observaba impávido, sin muestras de ningún sentimiento, ni siquiera el orgullo por la tozudez y el coraje de su discípulo.
Tan sólo le miraba, y sostenía una bolsa que se removía en sus manos.
La arrojó con violencia cerca de Neferos que parecía aletargado. De la bolsa surgió un grito coibido y dejó de moverse.

-Los Mortacechadores debemos obediencia ciega a Lord Varimathras y a la Dama Oscura. También deberás obediencia a tus superiores. Incurrir en una falta de traición será una ejecución casi inmediata por parte de un executor que te ajusticiará a su manera.
Por ello la última de mis pruebas consistirá en acabar con tus escrúpulos, tu moral. No hay espacio para la ética entre los asesinos.
Mátala- ordenó con voz ronca pero firme y vehemente.

Néferos no se cuestionó cuán sádica sería la orden de su maestro.
Sin dudarlo abrió la bolsa para encontrase con el motivo de sus pesadillas. Pesadillas que sin duda hubiera tenido...si habría vuelto a dormir alguna vez.
Era una pequeña e inocente niña humana.
Narshul sonrió mientras observaba la demencia de los actos de su discípulo.
Aquel despojo prometía convertirse en un digno Segador.
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Mensaje  Slyder Lun Mar 16, 2009 6:20 pm

Historia aceptada, ahora mándame tus datos por un PM para crear tu cuenta.
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