[Aceptada] Kelay Firestar [Sin'Dorei Pícaro]
2 participantes
Página 1 de 1.
[Aceptada] Kelay Firestar [Sin'Dorei Pícaro]
Kelay Firestar era un Quel’Dorei. Vivía en el magnífico reino de Quel’Thalas, al sur de la Muralla Mágica, conocido por todo Azeroth. Vivía con su familia en su cómoda casa, viviendo en un estilo de clase media. Normalmente le gustaba el arte de pelear con espadas y dagas, ya que se dedicaba a practicar con ellas. Quería llegar a ser algún agente del SIS o algo por el estilo.
Un día se despertó en su casa, con mucha hambre. Se trató de levantar, pero sintió que el cuerpo le dolía. Se debía de deber al entrenamiento que había tenido ayer con su padre. El le estaba enseñando el arte de la espada. Recorrió un momento la mirada a su habitación. Un cuarto de un bello color amarillo, su escritorio, su cama obviamente, su sillón, y como último observó su espada, la que le había servido por tantos años. Se levantó quejumbroso y se vistió. Luego bajó por la escalera. Al llegar abajo, vio que su madre le tenía el desayuno listo.
-Kelay, ya era hora de que te levantaras – le dijo su madre.
-Vaya, dime que no es tarde – responde.
-Ya casi es medio día...
-¡Diablos, si que estoy atrasado! – gritó y empezó a comer su desayuno.
Al terminar de comer, fue arriba, y buscó su espada. Luego bajó corriendo la escalera.
-¡Adiós, mamá, vuelvo mas tarde! – le dijo Kelay a su madre y salió de su casa.
Tenía que ir a cazar con un amigo suyo. Se llamaba Semus y lo conocía desde que era pequeño. Mientras caminaba contemplaba los nefastos territorios al sur de la Muralla Mágica, sus edificaciones y todos los demás detalles. De repente divisó a Semus.
-¡Eh, Kelay! ¿Listo para ir a cazar? – le preguntó su amigo.
-Por supuesto, Semus, vamos, no perdamos tiempo – respondió.
Luego ambos jóvenes se movilizaron fuera de la ciudad. Tenían que ir a conseguir ciertas cosas.
-Veamos… - decía Semus en medio del viaje – 10 garras de tigre, 6 metros de piel, y 3 kilos de carne, perfecto.
-¿Tenemos que conseguir eso? – preguntó Kelay.
-Bah, no te preocupes, será sencillo. Hemos conseguido mayores cantidades de materiales y hemos estado en situaciones más peligrosas, ¿no crees? – le respondió Semus.
Luego de viajar un rato, estaban cerca del lugar de cacería. Tenían que cazar unos tigres.
-Bien, aquí están. Es una manada entera, tengamos cuidado – le dijo Semus.
-¿Seguro que podremos contra todos ellos? – preguntó Kelay.
-Por supuesto, si tenemos estrategias.
-Bien, ¿Qué podemos hacer?
-Lo mejor será tomarlos por sorpresa – le dijo Semus.
Entonces Semus, sacó de su espalda un gran arco. De su carcaj sacó una flecha, y le puso en el arco. Luego tensó, esperando el momento indicado. Luego soltó la cuerda, y una flecha salió disparada rectamente hacia la cabeza del tigre, matándolo al instante. Los demás miembros de la manada de alertaron, y se pusieron en posición de combate. Semus les disparaba flechas, y le decía a Kelay que esperara a que estén más cerca y les atacara con su espada, pero también llevaba unas dagas consigo por cualquier cosa. También las sabía utilizar.
El momento llegó, y un tigre que Semus no alcanzó a percatar, se tiró encima de Kelay, arrojándolo al suelo. Este intentaba penetrar sus colmillos en la cara de Kelay, pero esté lo evitaba. Entonces, con un rápido movimiento, le propinó una patada en la zona pectoral, arrojándolo a un lado, dejándolo ponerse de pie. Mientras el tigre quedaba aturdido, Kelay aprovechó la ocasión de enterrarle su daga en el cuello de la bestia. Sintió como el acero penetraba en la carne, hasta que tocaba un hueso y entonces retiró la daga.
-¿Ves que se puede? – le dijo Semus sonriendo.
-Pero ya vez lo difícil que es – dijo Kelay sonriendo también.
Luego de un rato de pelea, lograron acabar con la manada, pero Kelay se mantuvo pensativo.
-Oye Semus, ¿no sientes nada al haber matado a estos tigres inocentes? – le preguntó Kelay a su amigo.
-Ehhh… - dijo Vandil sin entender a Kelay - ¿sentir qué exactamente?
-Sentir algo de lástima por estos pobres animales. ¿Cómo sería que nosotros fuéramos ellos y tuviéramos que ser cazados? – dijo Kelay.
-Vamos Kelay, así es la vida. El más fuerte se encarga del más pequeño. Es la ley de la naturaleza, y no podemos cambiarla. ¿Por qué crees que estos tigres se comen a los conejos? Es su forma de alimentarse, y no podemos hacer nada para cambiarlo. Lo necesitan – le explicó Semus.
-Supongo que tienes razón… - dijo Kelay no muy convencido.
Siguieron caminando por las Tierras Fantasma, pero de repente escucharon algo extraño.
-¿Qué es ese ruido? – le preguntó Kelay a su amigo.
-No lo sé, hemos de averiguarlo – dijo Semus serio.
Se acercaron al extraño sonido subiendo por una colina. Allí contemplaron estupefactos, como un ejército entero de muertos vivientes se dirigía a Silvermoon.
-¡Mierda, esto es peor de lo que imaginamos! – dijo Semus.
-¡Hay que alertar a los demás! ¡No podemos permitir que ataquen la ciudad! – dijo Kelay.
-No creo que alcancemos a llegar, pero su paso es lento. Cargan maquinarias de guerra, así que tal vez tengamos oportunidad. Será más seguro que llevemos algún halcón con un mensaje, así podremos alertarles mas rápido - contestó Semus.
Rápidamente fueron corriendo de vuelta a Tranquillien. Después de un rato, ya se divisaba el pueblo.
-¡Bien, creo que aquél halcón ha sido más rápido que ellos! – dijo Kelay.
-Si, pero esto no significa que tengan la batalla ganada. ¡Vamos! – le contestó Semus.
Un minuto después ya se encontraban en el pueblo, y se dirigieron a la torre de los vigías. Al llegar, se encontraron con el líder de los Rangers que se encontraba junto a algunos de sus soldados.
-¡Señor, muertos vivientes se acercan por el sur! ¡Creo que se dirigen a Silvermoon! – le dijo Semusl al líder de los Rangers.
¡¿Qué?! ¡¿Cómo diablos…?! – dijo el líder estupefacto.
-¡No es mentira señor, se lo juramos! ¡Los vimos mientras cazábamos! – dijo Kelay.
El líder les dijo a sus soldados que fueran a comunicar los hechos, y que se prepararan para el combatir muertos vivientes, y estar cautelosos.
Kelay Semus llegaron al centro del pueblo, comunicando la noticia. Rápidamente la gente entró en pánico, y corrieron para refugiarse. Kelay pudo observar como los soldados marchaban en formación a un campo de batalla. Intentó ir a su casa, pero la conmoción hacía inaccesible las calles y peligrosas.
Después de un rato, mientras Kelay se quedaba junto a Semus, esperando algún resultado de alguna batalla, se escuchó un grito:
-¡Los Muertos Vivientes han entrado también en Tranquillien! – gritó un soldado a la gente.
La gente entró en un verdadero pánico, incluso algunas Elfas se desmayaron. Rápidamente Semus tiró del brazo a Kalthos para que lo siguiera.
-Hay que salir de aquí, cuanto antes – dijo Semus a Kelay.
-¡No podemos dejar a nuestros padres! – gritó Kelay.
-¡No hay nada que podamos hacer por ellos, incluso tal vez se salven! – le respondió su amigo.
Entonces un Muerto Viviente apareció por las calles, y se dirigió directo a Kelay. Este se asustó tanto, que ni se pudo mover. Cuando creyó que era su fin, justo una flecha hirió al Muerto Viviente. Miró atrás y vio que su amigo Semus lo había ayudado.
Siguieron adelante, y le preguntaron a un Elfo como podían evacuar la ciudad.
-¡Tienen que ir a la zona de evacuación! ¡Está por allí! – dijo el Elfo señalando una de las salidas del pueblo.
Ambos, jóvenes asintieron y le dieron las gracias. Luego se encaminaron a la zona indicada. Cuando faltaba poco para llegar, dos Muertos Vivientes volvieron a cruzárseles. Kelay desenvainó, y comenzó a pelear. El Muerto Viviente mas cercano peleaba duro. Alcanzó a observar como el Muerto con el que peleaba Semus caía abatido. Él no era tan bueno peleando como Semus, pero intentaba hacer lo posible. De repente el Muerto hizo un rápido movimiento con la espada, lo que dejó a Kelay tirado en el suelo y desarmado. Su rival estaba listo para lanzarle la estocada final y justo cuando su espada se dirigió a él, cerró los ojos esperando la muerte. Esperaba el acero penetrar en su cuerpo.
Nada
Abrió los ojos y alcanzó a ver que estaba ileso. Observó a su lado, como la espada había penetrado en el pecho de Semus y como este también le había cortado la cabeza al Muerto Viviente.
-¡¡¡Semus, no!!! – gritó este cuando su amigo cayó al suelo débilmente.
-Kelay…debes seguir adelante…ve a la zona de evacuación…- le dijo débilmente Semus.
-No…no te dejaré – decía Kelay mientras le corrían las lágrimas.
-Ya no puedes hacer nada por mí…
-¡Todavía te puedes salvar, te debo llevar a un médico!
-Kelay…no seas tonto…no sobreviviré a esto…y si no huyes mi sacrificio habrá sido en vano.
-No…no…esto no está pasando… - decía Kelay llorando.
-Rápido…ve al área de evacuación…el tiempo es…corto. Suerte…amigo mío – dijo Semus cerrando los ojos.
No podía ser. Estaba muerto. Muerto. Su mejor amigo se había ido para siempre, y tal vez sus padres también.
Tenía que moverse, así que con mucha pena, dejó el cadáver de su amigo allí y se encaminó al área de evacuación. Una caravana entera estaba esperando a la gente que podía evacuar.
-¡Este debe de ser el último, vámonos! – dijo un Elfo de la caravana.
Ayudaron a Kelay a subirse a un caballo y partieron. Observó el pueblo siendo atacado por La Plaga. La caravana salía de Quel’Thalas, para poder escapar de La Plaga. Ahora los Quel’Dorei que sobrevivieran a la caída de Quel’Thalas debían de vivir por allí. ¿Qué sería de sus padres? ¿Habrán sobrevivido o estarán muertos? Aquél pensamiento aterró a Kelay. También… su amigo estaba… muerto. Kelay tuvo mucha tristeza en aquel viaje.
Luego de un tiempo, la ciudad de Silvermoon fue recuperada por los Elfos. Ahora, allí, había un grupo de Elfos a cargo de Kael’Thas Sunstrider, llamados los Sin’Doreis. Se alimentaban de magia Fel. Kelay decidió que debía hacer algo. No se podía quedar a vivir como un ciudadano cualquiera en la ciudad mientras todos peleaban para defender a sus seres queridos. Se fue al cuartel del SIS. Allí comenzaría su entrenamiento. Pero… ¿a qué se dedicaría? Esa pregunta pasó muchas veces por la cabeza de Kelay, hasta que se decidió. Sería un pícaro, maestro del sigilo, y hábil luchador de espadas y dagas.
Finalmente quedó completamente decidido, así que dio un paso adelante hacia un Pícaro, el cual se veía que tenía bastante experiencia.
-Señor, me he decidido a que me dedicaré. Deseo servir a mi pueblo como pícaro, y mas adelante poder entrar en alguna organización, tal como el SIS- le dijo Kelay al Sin’Dorei pícaro.
Una sonrisa se dibujó en el rostro del Elfo:
-Si es lo que deseas, para eso estamos. Ven conmigo, te enseñaré todo lo que necesitas – le dijo el Pícaro haciéndole un ademán para que le siga.
Así iniciaba un nuevo camino en la vida de Kelay. Ya no era un niño, era hora de hacer algo con su vida. Era hora de que la aventura comenzara. Era hora de servir a los Sin’Doreis. ¿Qué será de su familia? Pues no lo sabe, deberá averiguarlo mas adelante, cuando sea bastante fuerte y esté listo para luchar y enfrentar todos aquellos problemas. Además, los muertos vivientes pagarían por la muerte de Semus.
Un día se despertó en su casa, con mucha hambre. Se trató de levantar, pero sintió que el cuerpo le dolía. Se debía de deber al entrenamiento que había tenido ayer con su padre. El le estaba enseñando el arte de la espada. Recorrió un momento la mirada a su habitación. Un cuarto de un bello color amarillo, su escritorio, su cama obviamente, su sillón, y como último observó su espada, la que le había servido por tantos años. Se levantó quejumbroso y se vistió. Luego bajó por la escalera. Al llegar abajo, vio que su madre le tenía el desayuno listo.
-Kelay, ya era hora de que te levantaras – le dijo su madre.
-Vaya, dime que no es tarde – responde.
-Ya casi es medio día...
-¡Diablos, si que estoy atrasado! – gritó y empezó a comer su desayuno.
Al terminar de comer, fue arriba, y buscó su espada. Luego bajó corriendo la escalera.
-¡Adiós, mamá, vuelvo mas tarde! – le dijo Kelay a su madre y salió de su casa.
Tenía que ir a cazar con un amigo suyo. Se llamaba Semus y lo conocía desde que era pequeño. Mientras caminaba contemplaba los nefastos territorios al sur de la Muralla Mágica, sus edificaciones y todos los demás detalles. De repente divisó a Semus.
-¡Eh, Kelay! ¿Listo para ir a cazar? – le preguntó su amigo.
-Por supuesto, Semus, vamos, no perdamos tiempo – respondió.
Luego ambos jóvenes se movilizaron fuera de la ciudad. Tenían que ir a conseguir ciertas cosas.
-Veamos… - decía Semus en medio del viaje – 10 garras de tigre, 6 metros de piel, y 3 kilos de carne, perfecto.
-¿Tenemos que conseguir eso? – preguntó Kelay.
-Bah, no te preocupes, será sencillo. Hemos conseguido mayores cantidades de materiales y hemos estado en situaciones más peligrosas, ¿no crees? – le respondió Semus.
Luego de viajar un rato, estaban cerca del lugar de cacería. Tenían que cazar unos tigres.
-Bien, aquí están. Es una manada entera, tengamos cuidado – le dijo Semus.
-¿Seguro que podremos contra todos ellos? – preguntó Kelay.
-Por supuesto, si tenemos estrategias.
-Bien, ¿Qué podemos hacer?
-Lo mejor será tomarlos por sorpresa – le dijo Semus.
Entonces Semus, sacó de su espalda un gran arco. De su carcaj sacó una flecha, y le puso en el arco. Luego tensó, esperando el momento indicado. Luego soltó la cuerda, y una flecha salió disparada rectamente hacia la cabeza del tigre, matándolo al instante. Los demás miembros de la manada de alertaron, y se pusieron en posición de combate. Semus les disparaba flechas, y le decía a Kelay que esperara a que estén más cerca y les atacara con su espada, pero también llevaba unas dagas consigo por cualquier cosa. También las sabía utilizar.
El momento llegó, y un tigre que Semus no alcanzó a percatar, se tiró encima de Kelay, arrojándolo al suelo. Este intentaba penetrar sus colmillos en la cara de Kelay, pero esté lo evitaba. Entonces, con un rápido movimiento, le propinó una patada en la zona pectoral, arrojándolo a un lado, dejándolo ponerse de pie. Mientras el tigre quedaba aturdido, Kelay aprovechó la ocasión de enterrarle su daga en el cuello de la bestia. Sintió como el acero penetraba en la carne, hasta que tocaba un hueso y entonces retiró la daga.
-¿Ves que se puede? – le dijo Semus sonriendo.
-Pero ya vez lo difícil que es – dijo Kelay sonriendo también.
Luego de un rato de pelea, lograron acabar con la manada, pero Kelay se mantuvo pensativo.
-Oye Semus, ¿no sientes nada al haber matado a estos tigres inocentes? – le preguntó Kelay a su amigo.
-Ehhh… - dijo Vandil sin entender a Kelay - ¿sentir qué exactamente?
-Sentir algo de lástima por estos pobres animales. ¿Cómo sería que nosotros fuéramos ellos y tuviéramos que ser cazados? – dijo Kelay.
-Vamos Kelay, así es la vida. El más fuerte se encarga del más pequeño. Es la ley de la naturaleza, y no podemos cambiarla. ¿Por qué crees que estos tigres se comen a los conejos? Es su forma de alimentarse, y no podemos hacer nada para cambiarlo. Lo necesitan – le explicó Semus.
-Supongo que tienes razón… - dijo Kelay no muy convencido.
Siguieron caminando por las Tierras Fantasma, pero de repente escucharon algo extraño.
-¿Qué es ese ruido? – le preguntó Kelay a su amigo.
-No lo sé, hemos de averiguarlo – dijo Semus serio.
Se acercaron al extraño sonido subiendo por una colina. Allí contemplaron estupefactos, como un ejército entero de muertos vivientes se dirigía a Silvermoon.
-¡Mierda, esto es peor de lo que imaginamos! – dijo Semus.
-¡Hay que alertar a los demás! ¡No podemos permitir que ataquen la ciudad! – dijo Kelay.
-No creo que alcancemos a llegar, pero su paso es lento. Cargan maquinarias de guerra, así que tal vez tengamos oportunidad. Será más seguro que llevemos algún halcón con un mensaje, así podremos alertarles mas rápido - contestó Semus.
Rápidamente fueron corriendo de vuelta a Tranquillien. Después de un rato, ya se divisaba el pueblo.
-¡Bien, creo que aquél halcón ha sido más rápido que ellos! – dijo Kelay.
-Si, pero esto no significa que tengan la batalla ganada. ¡Vamos! – le contestó Semus.
Un minuto después ya se encontraban en el pueblo, y se dirigieron a la torre de los vigías. Al llegar, se encontraron con el líder de los Rangers que se encontraba junto a algunos de sus soldados.
-¡Señor, muertos vivientes se acercan por el sur! ¡Creo que se dirigen a Silvermoon! – le dijo Semusl al líder de los Rangers.
¡¿Qué?! ¡¿Cómo diablos…?! – dijo el líder estupefacto.
-¡No es mentira señor, se lo juramos! ¡Los vimos mientras cazábamos! – dijo Kelay.
El líder les dijo a sus soldados que fueran a comunicar los hechos, y que se prepararan para el combatir muertos vivientes, y estar cautelosos.
Kelay Semus llegaron al centro del pueblo, comunicando la noticia. Rápidamente la gente entró en pánico, y corrieron para refugiarse. Kelay pudo observar como los soldados marchaban en formación a un campo de batalla. Intentó ir a su casa, pero la conmoción hacía inaccesible las calles y peligrosas.
Después de un rato, mientras Kelay se quedaba junto a Semus, esperando algún resultado de alguna batalla, se escuchó un grito:
-¡Los Muertos Vivientes han entrado también en Tranquillien! – gritó un soldado a la gente.
La gente entró en un verdadero pánico, incluso algunas Elfas se desmayaron. Rápidamente Semus tiró del brazo a Kalthos para que lo siguiera.
-Hay que salir de aquí, cuanto antes – dijo Semus a Kelay.
-¡No podemos dejar a nuestros padres! – gritó Kelay.
-¡No hay nada que podamos hacer por ellos, incluso tal vez se salven! – le respondió su amigo.
Entonces un Muerto Viviente apareció por las calles, y se dirigió directo a Kelay. Este se asustó tanto, que ni se pudo mover. Cuando creyó que era su fin, justo una flecha hirió al Muerto Viviente. Miró atrás y vio que su amigo Semus lo había ayudado.
Siguieron adelante, y le preguntaron a un Elfo como podían evacuar la ciudad.
-¡Tienen que ir a la zona de evacuación! ¡Está por allí! – dijo el Elfo señalando una de las salidas del pueblo.
Ambos, jóvenes asintieron y le dieron las gracias. Luego se encaminaron a la zona indicada. Cuando faltaba poco para llegar, dos Muertos Vivientes volvieron a cruzárseles. Kelay desenvainó, y comenzó a pelear. El Muerto Viviente mas cercano peleaba duro. Alcanzó a observar como el Muerto con el que peleaba Semus caía abatido. Él no era tan bueno peleando como Semus, pero intentaba hacer lo posible. De repente el Muerto hizo un rápido movimiento con la espada, lo que dejó a Kelay tirado en el suelo y desarmado. Su rival estaba listo para lanzarle la estocada final y justo cuando su espada se dirigió a él, cerró los ojos esperando la muerte. Esperaba el acero penetrar en su cuerpo.
Nada
Abrió los ojos y alcanzó a ver que estaba ileso. Observó a su lado, como la espada había penetrado en el pecho de Semus y como este también le había cortado la cabeza al Muerto Viviente.
-¡¡¡Semus, no!!! – gritó este cuando su amigo cayó al suelo débilmente.
-Kelay…debes seguir adelante…ve a la zona de evacuación…- le dijo débilmente Semus.
-No…no te dejaré – decía Kelay mientras le corrían las lágrimas.
-Ya no puedes hacer nada por mí…
-¡Todavía te puedes salvar, te debo llevar a un médico!
-Kelay…no seas tonto…no sobreviviré a esto…y si no huyes mi sacrificio habrá sido en vano.
-No…no…esto no está pasando… - decía Kelay llorando.
-Rápido…ve al área de evacuación…el tiempo es…corto. Suerte…amigo mío – dijo Semus cerrando los ojos.
No podía ser. Estaba muerto. Muerto. Su mejor amigo se había ido para siempre, y tal vez sus padres también.
Tenía que moverse, así que con mucha pena, dejó el cadáver de su amigo allí y se encaminó al área de evacuación. Una caravana entera estaba esperando a la gente que podía evacuar.
-¡Este debe de ser el último, vámonos! – dijo un Elfo de la caravana.
Ayudaron a Kelay a subirse a un caballo y partieron. Observó el pueblo siendo atacado por La Plaga. La caravana salía de Quel’Thalas, para poder escapar de La Plaga. Ahora los Quel’Dorei que sobrevivieran a la caída de Quel’Thalas debían de vivir por allí. ¿Qué sería de sus padres? ¿Habrán sobrevivido o estarán muertos? Aquél pensamiento aterró a Kelay. También… su amigo estaba… muerto. Kelay tuvo mucha tristeza en aquel viaje.
Luego de un tiempo, la ciudad de Silvermoon fue recuperada por los Elfos. Ahora, allí, había un grupo de Elfos a cargo de Kael’Thas Sunstrider, llamados los Sin’Doreis. Se alimentaban de magia Fel. Kelay decidió que debía hacer algo. No se podía quedar a vivir como un ciudadano cualquiera en la ciudad mientras todos peleaban para defender a sus seres queridos. Se fue al cuartel del SIS. Allí comenzaría su entrenamiento. Pero… ¿a qué se dedicaría? Esa pregunta pasó muchas veces por la cabeza de Kelay, hasta que se decidió. Sería un pícaro, maestro del sigilo, y hábil luchador de espadas y dagas.
Finalmente quedó completamente decidido, así que dio un paso adelante hacia un Pícaro, el cual se veía que tenía bastante experiencia.
-Señor, me he decidido a que me dedicaré. Deseo servir a mi pueblo como pícaro, y mas adelante poder entrar en alguna organización, tal como el SIS- le dijo Kelay al Sin’Dorei pícaro.
Una sonrisa se dibujó en el rostro del Elfo:
-Si es lo que deseas, para eso estamos. Ven conmigo, te enseñaré todo lo que necesitas – le dijo el Pícaro haciéndole un ademán para que le siga.
Así iniciaba un nuevo camino en la vida de Kelay. Ya no era un niño, era hora de hacer algo con su vida. Era hora de que la aventura comenzara. Era hora de servir a los Sin’Doreis. ¿Qué será de su familia? Pues no lo sabe, deberá averiguarlo mas adelante, cuando sea bastante fuerte y esté listo para luchar y enfrentar todos aquellos problemas. Además, los muertos vivientes pagarían por la muerte de Semus.
Última edición por Razor el Dom Mar 08, 2009 5:11 pm, editado 1 vez
Razor- Mensajes : 1
Fecha de inscripción : 08/03/2009
Re: [Aceptada] Kelay Firestar [Sin'Dorei Pícaro]
Historia aceptada. Envíale los datos de tu cuenta a Slyder y si necesitas ayuda, aquí me tienes
Ledion- Admin
- Mensajes : 53
Fecha de inscripción : 05/03/2009
Temas similares
» [Aceptada] Drup'zalah [Trol pícaro]
» [Aceptada] Néferos Plaguebringer [Olvidado Pícaro]
» [Aceptada] Nazhel Anárion Ringëril [Picaro] [Quel'dorei]
» [ASEPTADA]Ziro Picaro solitario
» [Aceptada] Melissa Tassier / Maga Sin'dorei
» [Aceptada] Néferos Plaguebringer [Olvidado Pícaro]
» [Aceptada] Nazhel Anárion Ringëril [Picaro] [Quel'dorei]
» [ASEPTADA]Ziro Picaro solitario
» [Aceptada] Melissa Tassier / Maga Sin'dorei
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.