ÍndiceNeliel Nightcure (sacerdotiza)
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Neliel Nightcure (sacerdotiza)
nightmare Sáb Mar 28, 2009 9:31 pm
Vivía en Vallefresno en una casita al pie de una montaña, con mis padres, Lumínae y Findär. En el patio interior de la casa mis padres formaron un pequeño altar de gracias para Elune.
Mis padres eran maestros y trabajaban en el templo de la Estrella de la Tarde. Los dos eran maestros de la espada y enseñaban a jóvenes aquel arte. Sin embargo ellos querían que en poco tiempo aprendiese el arte de la guerra y sirviese a mi pueblo como una centinela. Pero mi camino no estaba dirigido en esa dirección, si no en el de todos. Quería servir a la Diosa Elune y crear un vínculo con la Luz de los Astros. Como Hija de las Estrellas, ser la guía en la oscuridad de aquellos que estuvieran atormentados, ser la mirada de aquellos que estuvieran cegados. Ser la hermana de Elune.
Desde que tengo uso de razón mis padres me han guiado por una vida pura y sencilla, bajo el manto protector de la Diosa Elune, a la que tantas veces imaginé con la inocencia mas blanca de la niñez. Toda la familia rezábamos cada noche juntos en el acogedor patio de nuestra casa, descalzándonos para no pisar aquel lugar que para todos era muy místico, y poniéndonos de rodillas frente a la fuente cristalina donde mi madre ponía flores, velas e incienso en señal de ofrenda, agradecíamos y suplicábamos por las cosas que cada día nos pasaba. Yo, rezaba en silencio y pedía poder sumergir mi mano en un lago, dejar que el viento mimase mi cabello violáceo, tumbarme en la hierba, tener el favor de nuestra Diosa Elune. Todos aquellos que me conocieron decían que mi gracilidad era el salmón que salta velozmente por los ríos, los rayos de Sol que se filtran por entre las cortinas, el canto vivo de los pájaros.
El primer día que iba a ir al Templo me desperté mucho antes que mis padres. Ellos querían que hoy pudiera sostener mi primer arma, pero yo en cambio ya tenía la idea de no hacerlo, si no de orar a mi Diosa y proteger a mis hermanos Kal'dorei. Ya estaba lista así que esperé a que mis padres se despertasen para marchar al Templo. Al salir de mi casa comenzaba a amanecer. Pero mi corazón, mi cuerpo y mi mente estaban enfocados al sacerdocio, era mi mayor deseo: servir a mi pueblo y a Elune. El Templo era de piedra blanca y cubierto de hiedras, tras sus murallas se forjaban los guerreros y sacerdotes del mañana. Era un lugar Sagrado. Caminamos por un largo pasillo hasta llegar a una sala en la que sólo había una mesa de mármol y en ésta un viejo libro de hojas amarillentas y gastadas que llevaba los nombres de los guerreros y sacerdotes que allí entrenaban y aprendían. Al poco de llegar nosotros un anciano de aspecto meditativo entró en la sala. El sentido del honor era muy importante para los Kal'dorei en aquel Templo.
-Vaya, así que tú debes de ser la pequeña Neliel-
-Sí señor, soy Neliel nithcure- respondí con una reverencia profunda.
El anciano me miró y sonrió.
-Yo soy el señor Furgus, y cuido del Templo, ¿es mi hogar, sabes?- dijo mientras su mirada cabalgaba por mi mente.- Soy un monje.
Los monjes no son discípulos directamente de Elune, si no que son guardianes de las sacerdotisas y de los Templos. Darían su vida antes de ver morir a una Hermana de Elune, y si fuera necesario se la quitarían si sus servicios ya no hicieran falta. Estoy segura que el señor Frugus había luchado mucho para convertirse en un monje, ya que son escasos y muy necesarios, y el aprendizaje dura muchos años.
-Lumínis, Findir, ¿estáis seguros de que vuestra hija quiere llegar a ser centinela?- bajó su vista y me miró, yo estaba sorprendida.- Su mirada no dice que quiera.
-Bueno, ella nunca nos a dicho su opinión al respecto, así que supusimos que la idea de llegar a ser centinela le gustaría- dijo mi madre.
-Findir, ¿tú también lo crees?- volvió a preguntar el señor Furgus.
Tras unos segundos de silencio mi padre habló.
-Neliel, cariño, ven aquí.
-Dime pequeña, ¿te gustaría llegar a ser tan fuerte como tu madre? ¿Te gustaría ser centinela?
Aguardé en silencio con la esperanza de que el señor Furgus me mirase de nuevo y dijera lo que siento por mí. Y fue pensarlo para que se cumpliese.
-Neliel me ha dicho que siente no poder seguir vuestros pasos, pero que el camino pedregoso de la espada y la lucha no es lo que su corazón pide. Ella quiere dedicar su vida a la protección de los guerreros, del pueblo y a la servidumbre para la Diosa Elune. Y yo añado que su alma es pura e incapaz de ser manchada con sangre enemiga. Esta niña está bendecida por la Diosa, es una de las elegidas para servirla, y para convertirse en su Hermana.
Mi padre se colocó a mi altura y me abrazó.
-Hija mía, rezarás y nos guardarás con tu don.
Y el tiempo pasó, como las horas pasan...
Con en consentimiento de mis padres, me instalé en el Templo, donde cada día iba a escuchar a las grandes sacerdotisas relatar sus historias y vivencias espirituales. Allí me enseñaron a meditar, a dejar mi mente libre de todo pensamiento, todo ello necesario para poder dejar que la esencia de Elune se filtrase por nuestro cuerpo y mediante ella poder ejercer sus milagros.
Un día la maestra sacerdotisa, me envió al bosque sagrado, cerca del Templo a encontrar mi camino. Decía que en soledad podría encontrar la dirección correcta de mi ser, y del de todos aquellos que estaban perdidos y venían a mí pidiendo auxilio. E de reconocer que aquel bosque era precioso, era magnífico.
Y a la segunda etapa en mi vida la llamo hundimiento...
Vallefresno estaba siendo desalojado. Los demonios comenzaron a corromper nuestros Sagrados Bosques, empezando por el sur. Los sacerdotes, guerreros y residentes en el Templo debíamos partir los primeros, hacia el oeste, a Costa Oscura, y allí coger un barco hacia Teldrassil. Los centinelas debían quedarse para hacer frente a nuestros malvados enemigos y defender nuestras tierras con su propia vida, empuñando sus espadas y muriendo con honor, en el campo de batalla.
-Te quiero hija.- Se despedía mi madre con lágrimas en los ojos.- Dentro de unos días, volveremos a encontrarnos, pequeña, te lo prometo.- Y me besaba las mejillas transmitiendo en cada beso un amor maternal.
-Neliel, te quiero tesoro, eres la niña de mis ojos, eres mi razón de vivir junto a tu madre. Siempre estaremos juntos, pase lo que pase.- Y con una tierna sonrisa, sin lágrimas en los ojos, me puso en el cuello un colgante del que prendía una piedra, con forma de un animal místico, que no conocía por el momento. Y me besó tiernamente en la frente.- Te quiero hija mía.
Armados con sus espadas de batalla, partieron con el ejército de centinelas. Las sacerdotisas me recogieron y junto con los aprendices de guerrero caminamos hacia el puerto de Costa Oscura. Togas blancas; espadas talladas, junto a varas de plata; No hubieron palabras, si no intercambio de sentimientos, no hubo risas, si no rezos a Elune.
Pase varios años viviendo en Costa Oscura. Allí encontré mi respuesta. Allí me enteré de que mis amados padres, Lumínis y Findir habían muerto con honor, llevando en sus labios mi nombre y en su corazón mi ser. Ahora sí estaba sola.
Los barcos esperaban anclados en el muelle, y ordenadamente los fuimos ocupando. Hacia El gran árbol teldrassil que fue plantado y ese seria el nuevo hogar para el culto de Elune. Nos esperaban varios días de viaje marítimo hasta llegar, al magnifico gran árbol que nos serviría de hogar mientras la corrupción atacaba nuestros sagrados bosques. Ya no rezaba. Ya no meditaba. Cada día lloraba por mis padres, por sus cálidos abrazos y besos, por su apoyo incondicional, por su amor fraternal, por sus cuidados, por su presencia...
-¡Tierra a la vista!...
Teldrassil, aparecía vagamente a lo lejos, entre la suave niebla que regaba el mar. Pronto llegaría hacia mi nuevo hogar, pero yo sólo miraba hacia atrás, hacia mi hogar que dejaba en el pasado, hacia los recuerdos, hacia el dolor.
Mis padres eran maestros y trabajaban en el templo de la Estrella de la Tarde. Los dos eran maestros de la espada y enseñaban a jóvenes aquel arte. Sin embargo ellos querían que en poco tiempo aprendiese el arte de la guerra y sirviese a mi pueblo como una centinela. Pero mi camino no estaba dirigido en esa dirección, si no en el de todos. Quería servir a la Diosa Elune y crear un vínculo con la Luz de los Astros. Como Hija de las Estrellas, ser la guía en la oscuridad de aquellos que estuvieran atormentados, ser la mirada de aquellos que estuvieran cegados. Ser la hermana de Elune.
Desde que tengo uso de razón mis padres me han guiado por una vida pura y sencilla, bajo el manto protector de la Diosa Elune, a la que tantas veces imaginé con la inocencia mas blanca de la niñez. Toda la familia rezábamos cada noche juntos en el acogedor patio de nuestra casa, descalzándonos para no pisar aquel lugar que para todos era muy místico, y poniéndonos de rodillas frente a la fuente cristalina donde mi madre ponía flores, velas e incienso en señal de ofrenda, agradecíamos y suplicábamos por las cosas que cada día nos pasaba. Yo, rezaba en silencio y pedía poder sumergir mi mano en un lago, dejar que el viento mimase mi cabello violáceo, tumbarme en la hierba, tener el favor de nuestra Diosa Elune. Todos aquellos que me conocieron decían que mi gracilidad era el salmón que salta velozmente por los ríos, los rayos de Sol que se filtran por entre las cortinas, el canto vivo de los pájaros.
El primer día que iba a ir al Templo me desperté mucho antes que mis padres. Ellos querían que hoy pudiera sostener mi primer arma, pero yo en cambio ya tenía la idea de no hacerlo, si no de orar a mi Diosa y proteger a mis hermanos Kal'dorei. Ya estaba lista así que esperé a que mis padres se despertasen para marchar al Templo. Al salir de mi casa comenzaba a amanecer. Pero mi corazón, mi cuerpo y mi mente estaban enfocados al sacerdocio, era mi mayor deseo: servir a mi pueblo y a Elune. El Templo era de piedra blanca y cubierto de hiedras, tras sus murallas se forjaban los guerreros y sacerdotes del mañana. Era un lugar Sagrado. Caminamos por un largo pasillo hasta llegar a una sala en la que sólo había una mesa de mármol y en ésta un viejo libro de hojas amarillentas y gastadas que llevaba los nombres de los guerreros y sacerdotes que allí entrenaban y aprendían. Al poco de llegar nosotros un anciano de aspecto meditativo entró en la sala. El sentido del honor era muy importante para los Kal'dorei en aquel Templo.
-Vaya, así que tú debes de ser la pequeña Neliel-
-Sí señor, soy Neliel nithcure- respondí con una reverencia profunda.
El anciano me miró y sonrió.
-Yo soy el señor Furgus, y cuido del Templo, ¿es mi hogar, sabes?- dijo mientras su mirada cabalgaba por mi mente.- Soy un monje.
Los monjes no son discípulos directamente de Elune, si no que son guardianes de las sacerdotisas y de los Templos. Darían su vida antes de ver morir a una Hermana de Elune, y si fuera necesario se la quitarían si sus servicios ya no hicieran falta. Estoy segura que el señor Frugus había luchado mucho para convertirse en un monje, ya que son escasos y muy necesarios, y el aprendizaje dura muchos años.
-Lumínis, Findir, ¿estáis seguros de que vuestra hija quiere llegar a ser centinela?- bajó su vista y me miró, yo estaba sorprendida.- Su mirada no dice que quiera.
-Bueno, ella nunca nos a dicho su opinión al respecto, así que supusimos que la idea de llegar a ser centinela le gustaría- dijo mi madre.
-Findir, ¿tú también lo crees?- volvió a preguntar el señor Furgus.
Tras unos segundos de silencio mi padre habló.
-Neliel, cariño, ven aquí.
-Dime pequeña, ¿te gustaría llegar a ser tan fuerte como tu madre? ¿Te gustaría ser centinela?
Aguardé en silencio con la esperanza de que el señor Furgus me mirase de nuevo y dijera lo que siento por mí. Y fue pensarlo para que se cumpliese.
-Neliel me ha dicho que siente no poder seguir vuestros pasos, pero que el camino pedregoso de la espada y la lucha no es lo que su corazón pide. Ella quiere dedicar su vida a la protección de los guerreros, del pueblo y a la servidumbre para la Diosa Elune. Y yo añado que su alma es pura e incapaz de ser manchada con sangre enemiga. Esta niña está bendecida por la Diosa, es una de las elegidas para servirla, y para convertirse en su Hermana.
Mi padre se colocó a mi altura y me abrazó.
-Hija mía, rezarás y nos guardarás con tu don.
Y el tiempo pasó, como las horas pasan...
Con en consentimiento de mis padres, me instalé en el Templo, donde cada día iba a escuchar a las grandes sacerdotisas relatar sus historias y vivencias espirituales. Allí me enseñaron a meditar, a dejar mi mente libre de todo pensamiento, todo ello necesario para poder dejar que la esencia de Elune se filtrase por nuestro cuerpo y mediante ella poder ejercer sus milagros.
Un día la maestra sacerdotisa, me envió al bosque sagrado, cerca del Templo a encontrar mi camino. Decía que en soledad podría encontrar la dirección correcta de mi ser, y del de todos aquellos que estaban perdidos y venían a mí pidiendo auxilio. E de reconocer que aquel bosque era precioso, era magnífico.
Y a la segunda etapa en mi vida la llamo hundimiento...
Vallefresno estaba siendo desalojado. Los demonios comenzaron a corromper nuestros Sagrados Bosques, empezando por el sur. Los sacerdotes, guerreros y residentes en el Templo debíamos partir los primeros, hacia el oeste, a Costa Oscura, y allí coger un barco hacia Teldrassil. Los centinelas debían quedarse para hacer frente a nuestros malvados enemigos y defender nuestras tierras con su propia vida, empuñando sus espadas y muriendo con honor, en el campo de batalla.
-Te quiero hija.- Se despedía mi madre con lágrimas en los ojos.- Dentro de unos días, volveremos a encontrarnos, pequeña, te lo prometo.- Y me besaba las mejillas transmitiendo en cada beso un amor maternal.
-Neliel, te quiero tesoro, eres la niña de mis ojos, eres mi razón de vivir junto a tu madre. Siempre estaremos juntos, pase lo que pase.- Y con una tierna sonrisa, sin lágrimas en los ojos, me puso en el cuello un colgante del que prendía una piedra, con forma de un animal místico, que no conocía por el momento. Y me besó tiernamente en la frente.- Te quiero hija mía.
Armados con sus espadas de batalla, partieron con el ejército de centinelas. Las sacerdotisas me recogieron y junto con los aprendices de guerrero caminamos hacia el puerto de Costa Oscura. Togas blancas; espadas talladas, junto a varas de plata; No hubieron palabras, si no intercambio de sentimientos, no hubo risas, si no rezos a Elune.
Pase varios años viviendo en Costa Oscura. Allí encontré mi respuesta. Allí me enteré de que mis amados padres, Lumínis y Findir habían muerto con honor, llevando en sus labios mi nombre y en su corazón mi ser. Ahora sí estaba sola.
Los barcos esperaban anclados en el muelle, y ordenadamente los fuimos ocupando. Hacia El gran árbol teldrassil que fue plantado y ese seria el nuevo hogar para el culto de Elune. Nos esperaban varios días de viaje marítimo hasta llegar, al magnifico gran árbol que nos serviría de hogar mientras la corrupción atacaba nuestros sagrados bosques. Ya no rezaba. Ya no meditaba. Cada día lloraba por mis padres, por sus cálidos abrazos y besos, por su apoyo incondicional, por su amor fraternal, por sus cuidados, por su presencia...
-¡Tierra a la vista!...
Teldrassil, aparecía vagamente a lo lejos, entre la suave niebla que regaba el mar. Pronto llegaría hacia mi nuevo hogar, pero yo sólo miraba hacia atrás, hacia mi hogar que dejaba en el pasado, hacia los recuerdos, hacia el dolor.
Última edición por nightmare el Sáb Mar 28, 2009 10:04 pm, editado 1 vez
nightmare- Mensajes : 3
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Re: Neliel Nightcure (sacerdotiza)
Vicky12 Sáb Mar 28, 2009 9:56 pm
La historia me gusto.
solo encontre un fallo notable de lore.
Teldrassil se planto hace pocos años despues de que nordrassil fuera destruido.
haci que no podias viajar hacia el .
Corrige eso porfavor ^^
Att. Vicky
solo encontre un fallo notable de lore.
Teldrassil se planto hace pocos años despues de que nordrassil fuera destruido.
haci que no podias viajar hacia el .
Corrige eso porfavor ^^
Att. Vicky
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nightmare- Mensajes : 3
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Re: Neliel Nightcure (sacerdotiza)
Vicky12 Sáb Mar 28, 2009 10:18 pm
Bueno , sigamos arreglando cosas.
1º Un altar en el petio de tu caza al que reabais todas las noches, lo veo mas propio de un compartamiento humano que de un Kal'dorei ( lo del patio de la casa tambien es raro puesto que los kal'dorei casa como tal no tiene viven en tipo arboles aunque blizzard no sea muy imaginativo con sus estructuras )
2º En los templos de Elune, los hombres tienen prohibida la entrada , por lo que seria imposible que entraras con tu madre y tu padre mas aun que os recibiera un monje , ( con la descripción que das del monje debo decirte que no existen ^^)
3º Creo que no haces mucha referian al Lore kal'dorei reciente, la perdida de Nordrassil saltas de que el ejercito kal'dorei fue a la guerra y desde hay vas a las sacerdotisas os vais en un barco a Teldrassil , te vuelvo a insitir en que teldrassil fue plantado hace unos años. Cuando fueron a la guerra ni siquiera tenian en mente a Teldrassil .
Espero que corrijas estos pequeños herrores prontos para poder rolear ^^
Att. Vicky
1º Un altar en el petio de tu caza al que reabais todas las noches, lo veo mas propio de un compartamiento humano que de un Kal'dorei ( lo del patio de la casa tambien es raro puesto que los kal'dorei casa como tal no tiene viven en tipo arboles aunque blizzard no sea muy imaginativo con sus estructuras )
2º En los templos de Elune, los hombres tienen prohibida la entrada , por lo que seria imposible que entraras con tu madre y tu padre mas aun que os recibiera un monje , ( con la descripción que das del monje debo decirte que no existen ^^)
3º Creo que no haces mucha referian al Lore kal'dorei reciente, la perdida de Nordrassil saltas de que el ejercito kal'dorei fue a la guerra y desde hay vas a las sacerdotisas os vais en un barco a Teldrassil , te vuelvo a insitir en que teldrassil fue plantado hace unos años. Cuando fueron a la guerra ni siquiera tenian en mente a Teldrassil .
Espero que corrijas estos pequeños herrores prontos para poder rolear ^^
Att. Vicky
Vicky12- Mensajes : 96
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